
Decir que en Deliciosos Cigarrillos Mentolados, existen los miedos, lo siniestro, el amor, el sexo, la angustia, la soledad… no es lo nuevo. Esos temas atraviesan a cualquier escritor que se precie de tal. Lo nuevo es el ángulo desde el cual se los encara, a través de los personajes que los encarnan. Cada uno con su locura, su incertidumbre, su deseo. Con una vida, que aunque extrema, se espeja en quien los lee.
¿Qué decir que no haya sido dicho? ¿Qué se puede encontrar en la narrativa, que no haya sido repasado, en otros textos? ¿Qué puede haber de nuevo?
Nuevo, sería encontrar una literatura nueva. Que sea reveladora en una mínima o máxima porción.
En “Deliciosos Cigarrillos Mentolados” la sorpresa no está en decir algo distinto, sino algo propio. Los once cuentos que componen la obra, inauguran esa manera de sentir y narrar diferente. La de Valeria Sabbag, la autora. “Ella procede con acierto expresivo porque sabe elegir, para cada asunto que trata, el ángulo que más le conviene a fin de potenciar su formulación”, expresa Santiago Kovadloff para referirse a su narrativa.
“Seres cuyo desborde emocional no parece encontrar el cauce apaciguador de un encuentro anhelado o del discernimiento suficiente, insisten no obstante en buscarse, en rozarse, en aproximarse a lo largo de estas once piezas que pueden leerse como distintas configuraciones de un mismo extravío, de una misma sed, de un mismo padecimiento”, sugiere Kovadloff para describir un imaginario punto de unión.
En su primer libro, Valeria Sabbag corre ese riesgo. El de escribir algo nuevo, cada vez, en cada cuento. Que se vaya haciendo propio, a medida que relata y que descubre, no de manera solitaria, sino compartida, expuesta, hacia afuera.
En Deliciosos Cigarrillos Mentolados, no hay certezas. Hay narrativa puesta al servicio del conflicto, la tensión, el drama. Aquello molesto, por momentos incómodo, de las vivencias humanas. “Todo es fragmentario, todo se ve en escorzo, todo es evasiva insinuación antes que evidencia”, en boca de Kovadloff.
¿Qué decir que no haya sido dicho? ¿Qué se puede encontrar en la narrativa, que no haya sido repasado, en otros textos? ¿Qué puede haber de nuevo?
Nuevo, sería encontrar una literatura nueva. Que sea reveladora en una mínima o máxima porción.
En “Deliciosos Cigarrillos Mentolados” la sorpresa no está en decir algo distinto, sino algo propio. Los once cuentos que componen la obra, inauguran esa manera de sentir y narrar diferente. La de Valeria Sabbag, la autora. “Ella procede con acierto expresivo porque sabe elegir, para cada asunto que trata, el ángulo que más le conviene a fin de potenciar su formulación”, expresa Santiago Kovadloff para referirse a su narrativa.
“Seres cuyo desborde emocional no parece encontrar el cauce apaciguador de un encuentro anhelado o del discernimiento suficiente, insisten no obstante en buscarse, en rozarse, en aproximarse a lo largo de estas once piezas que pueden leerse como distintas configuraciones de un mismo extravío, de una misma sed, de un mismo padecimiento”, sugiere Kovadloff para describir un imaginario punto de unión.
En su primer libro, Valeria Sabbag corre ese riesgo. El de escribir algo nuevo, cada vez, en cada cuento. Que se vaya haciendo propio, a medida que relata y que descubre, no de manera solitaria, sino compartida, expuesta, hacia afuera.
En Deliciosos Cigarrillos Mentolados, no hay certezas. Hay narrativa puesta al servicio del conflicto, la tensión, el drama. Aquello molesto, por momentos incómodo, de las vivencias humanas. “Todo es fragmentario, todo se ve en escorzo, todo es evasiva insinuación antes que evidencia”, en boca de Kovadloff.